Tradición Oral de Puertomingalvo



¡Bienvenidos al corazón de la Tradición Oral de Puertomingalvo! Este rincón digital se abre como un cofre de recuerdos hablados, un espacio donde las voces del pasado resuenan en el presente.
Aquí, atesoramos las historias, los personajes y los relatos que han viajado de boca en boca a través de las generaciones, nutriendo la memoria colectiva de nuestro pueblo.
Sumérgete en este legado vivo, donde cada narración es un hilo que conecta nuestro ayer con el hoy, manteniendo viva la esencia de Puertomingalvo.

Prepárate para escuchar las voces de nuestros antepasados y descubrir los secretos que aún palpitan en la memoria compartida.










La historia de Juan "El Blanco"



En el corazón de Puertomingalvo, la figura de Juan "El Blanco", conocido por muchos como "Peli Blanco", perdura en la memoria colectiva. Este hombre de carácter frugal se convirtió en un eslabón vital para su comunidad. Cada mañana, sus dos robustos machos estaban preparados para la jornada, cargando alforjas vacías que pronto se llenarían con los encargos de los vecinos.

El sinuoso camino hacia Villahermosa era su rutina diaria. Llevaba consigo las peticiones más variadas: desde levadura, clavos, cordones, hasta medicamentos. A su regreso, los habitantes de Puertomingalvo recibían lo solicitado, desde provisiones básicas hasta pequeños caprichos. Sin embargo, se dice que Juan tenía una peculiaridad: si el pago no se realizaba por adelantado, el encargo corría el riesgo de ser olvidado.

A pesar de su vista menguante, Juan encontraba en su macho delantero un guía inseparable. Agarrado a su cola, percibía cada movimiento del animal, sorteando las dificultades del terreno con una memoria prodigiosa de la ruta a veces nevada. Este vínculo era esencial para sus viajes, que realizaba con constancia admirable, enfrentándose a las inclemencias del tiempo sin desfallecer. Se cuenta que tenía sus machos muy bien cuidados.

Se cuenta que, en una ocasión, a Juan le regalaron un perrito tan diminuto que apenas superaba el tamaño de un puño. Este pequeño compañero se convirtió pronto en un viajero habitual, acompañando a Juan en sus innumerables trayectos a Villahermosa. Para protegerlo del camino y el frío, el perrito solía viajar acurrucado y durmiendo plácidamente en una cesta o canasto que iba sujeto sobre la carga de uno de sus machos.

Su labor iba más allá del simple transporte. Para muchos, Juan era el nexo con un mundo más amplio, facilitando el acceso a productos que no encontraban en su pequeña localidad. En Villahermosa se dirigía a la tienda de ultramarinos y horno, Casa Bresca, este establecimiento era un universo en sí mismo, donde se vendía desde una piedra de mechero hasta una cabezada para una caballería, además de comestibles y pan. Juan no solo encargaba pan allí, sino que también recogía otros encargos de la tienda.

A pesar de las significativas dificultades que la vida le presentó, Juan "El Blanco" demostró una tenacidad admirable. Su escasa visión y su analfabetismo no le impidieron desarrollar una sorprendente habilidad para las cuentas, crucial para su negocio de recados, y una memoria prodigiosa que le permitía recordar cada detalle de sus rutas y encargos. Su carácter ahorrativo era bien conocido en el pueblo, siendo una figura rara en los bares, aunque algunas anécdotas del Bar de Leonidas aún perduran en la memoria colectiva. Con la frugalidad de quien valora cada céntimo, Juan fue juntando sus ganancias hasta lograr construir su propio hogar, un testimonio de su esfuerzo constante y su espíritu trabajador.

La imagen de Juan, guiado por su fiel animal a través de los senderos que conectaban Puertomingalvo con Villahermosa, se ha convertido en una leyenda local. Un hombre que, con esfuerzo y determinación, se ganó la vida y se convirtió en una figura entrañable, uniendo a su comunidad a través de sus viajes constantes, llevando consigo no solo objetos, sino también la esperanza y el sustento para sus vecinos. Su historia, transmitida de generación en generación, evoca un tiempo donde las conexiones personales y la ayuda mutua eran pilares fundamentales de la vida en los pueblos.